Estilos de escritura 101

    He querido dejar esta entrada para el final porque para poder empezar a hablar de estilos de escritura es necesario conocer primero las reglas de los géneros que estamos empleando; solo de esa manera vamos a poder comenzar a jugar con ellas y romperlas de manera intencionada. Además, desarrollar un estilo personal no es algo que se aprenda de la noche a la mañana, sino una tarea que puede abarcar muchísimos años e incluso toda la vida, ya que nuestro estilo se encuentra siempre evolucionando. Es por ello que no es mi intención aquí dar una clase sobre estilos de escritura sino simplemente señalar algunas de las rutas y posibilidades que tienes.

    Vayamos con lo primero, ¿qué es un estilo de escritura? Yo lo definiría como aquello que hace que puedas reconocer de quién es un texto sin necesidad de ver el nombre del autor. Es una definición exageradamente vaga, así que vamos a intentar ver si podemos encontrar un poco más de claridad. El estilo de un autor es como la voz de una persona, es una marca clara, diferenciada, que puede ser parecida al de otras personas, y que cambia con el tiempo. Está marcado por el conjunto de muchas cosas distintas: el uso de los signos de puntuación, el uso de voz pasiva y voz activa, el vocabulario, el uso de frases o párrafos cortos o largos, la forma de dirigirse (o no) al lector, la manera de estructurar el texto, las reglas que rompe, los errores que comete, el tipo de análisis, metáforas y ejemplos, entre otros.

    Por otro lado, el estilo también cambia dependiendo del tipo de textos que se trabajen, y es ideal que aprendas varios estilos distintos. Lo que puede funcionarte en un ensayo podría quedar fatal para tu tesis y viceversa. En algunas ocasiones podrás hacer pasar tus propios vicios al escribir como una cuestión de estilo y en otras no. Lo importante es que ese estilo te funcione para ese texto, y que además logres encontrar la manera de poner tu propia voz aunque estés escribiendo de forma completamente impersonal y académica. Y, si te soy honesta, no me siento del todo segura de poder guiar a nadie en este camino. Las sugerencias que voy a hacerte aquí son una recopilación de las cosas más útiles que he aprendido en talleres de creación literaria, escuchando y leyendo a otros, en clases formales de la universidad, e incluso a partir de mi propio proceso de introspección y de haber cometido un montón de errores. Vayamos, pues, con la lista.

    1. Llénate de referencias. Lee distintos tipos de textos: novela, poesía, ensayo, artículos científicos, blogs, tweets, etc. Pero no te quedes sólo en los formatos escritos, escucha podcasts, ve cine y series, ve videoensayos, ve videos de YouTube, escucha canciones con y sin letra. Presta atención a la forma de crear narrativas de cada uno de ellos; no te quedes sólo con te guste, sal de tu zona de confort y explora. Lee a gente que piensa muy parecido a ti, que te encante como escribe, y lee a gente con quien estés en un profundo desacuerdo o que te parezca que escribe fatal. Esto es importante no sólo porque mientras más referencias tengas más posibilidades se te abren, sino porque a escribir se aprende igual que a tocar un instrumento o que a pintar: copiando a otros, incorporando sus técnicas, mezclándolas hasta encontrarte en ellas. Escribir y sobre todo encontrar tu propia voz no es un proceso de introspección intrapsíquica, es un proceso relacional.

    2. Escribe y reescribe. Lleva un diario, o repasa tus apuntes, o encuentra cualquier excusa para sentarte a escribir. Si no te gustan tus resultados, repite el proceso.

    3. Sé honesta contigo misma. No cedas a la tentación de creer que ya lo sabes todo, y todavía más importante (si eres como yo), no cedas a la autocrítica que te dice que lo haces fatal.

    4. Imita a otros. Toma aquello que te guste de su estilo y cópialo. Un buen ejercicio es escribir un texto breve a la manera de tal o cual autor.

    5. Juega con distintos estilos. Prueba escribir con la frialdad de los artículos cuantitativos, con el tono simple y juguetón de un divulgador, usando muchísimas palabras intelectuales y técnicas, eliminando por completo todo el vocabulario intelectual y técnico, etcétera. Prueba con el minimalismo y con una escritura saturada. Prueba todo lo que se te ocurra.

    6. Recuerda que no se trata únicamente de lo que dices y de cómo lo dices, se trata también de lo que omites. Lo que decides no decir es importantísimo, porque puedes estar manifestando una opinión con ello*, asumiendo que diriges a un público muy específico que no necesita tal información, haciéndole un guiño al lector, usando los silencios o huecos como elementos narrativos, o hasta manipulando la información. Juega con ello, prueba a ver qué tanto puedes omitir, qué tanto puedes recortar un texto hasta que deje de entenderse. Eso va a arrojarte muchísima luz sobre tu manera de escribir.

    7. Lee en voz alta. Encuentra un espacio privado y lee tus propios textos en voz alta; hazlo también con textos que ames y que odies. Usa el oído para escuchar la forma en que suenan los textos: la manera como te hacen respirar los signos de puntuación, el fraseo, si hay rimas inintencionadas, si suena mamón, informal, entendible, etc.

    8. Respeta a tus lectores, aunque sean imaginarios. No seas condescendiente con ellos. Tampoco asumas que deben saberlo todo.

    9. Muestra tus textos a otras personas. Comparte lo que escribes con aquellos conocidos que puedan orientarte, como profesores o amigos que sepan escribir, pero también con personas ajenas al mundo de la escritura. Pregúntales por su opinión sincera y acéptala sin ponerte a la defensiva, sin tirarte al drama y sin ceder al ego; a veces va a doler. Hazles preguntas sobre aspectos concretos del texto, como qué fue lo que les gustó o les desagradó de él. Huye de las personas que siempre te dan una opinión completamente positiva o negativa, del tipo “eso es una mierda total” o “eso es lo mejor que he leído en mi vida”; sí, yo sé que es difícil hacer oídos sordos a cualquiera de las dos, pero hazlo.

    10. Habla con otros de los temas que estás abordando, conoce otros puntos de vista, investiga, lee, ten experiencias, y reflexiona sobre todo eso. Es decir, llénate de referencias otra vez, siempre, y si puedes vívelas, llénate de experiencias, conoce otras maneras de mirar el mundo.

    Y sí, estoy hablando todavía de escritura académica y no de literatura. Muchas veces tenemos esta idea de que los textos académicos son todos iguales y carecen de las variaciones de estilo que enriquecen a la literatura, pero yo creo que no es así. Basta con hacer un recorrido por los libros de divulgación, los manuales, los artículos científicos, los libros especializados e incluso los manuales de metodología de investigación para darnos cuenta de que hay en cada autor una voz distinta. Hay autores que yo admiro muchísimo porque logran un estilo personal incluso en este mundo, y realmente creo que eso puede contribuir enormemente a que leer textos especializados sea una tarea agradable e incluso apasionante en vez del preámbulo de una siesta. Seamos un poco más punks y democraticemos la escritura académica. Dejemos de escribir textos aburridos, áridos e impersonales.

    Eso es todo por hoy… y por lo que nos queda de las entradas base de este mini-curso. Gracias por estar aquí. Si tienes cualquier duda, comentario, sugerencia, o quieres que abordemos algún otro tema, deja tu mensaje en los comentarios.

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*Por ejemplo, en la entrada “Uso de citas (APA)”, hay un fragmento donde hablo sobre distintas disciplinas que informan la práctica de la psicoterapia y omito hablar de la psiquiatría. Es una omisión que puede o no funcionar, porque es difícil hacer que un silencio diga algo. Aquí lo importante es ser conscientes de qué decidimos no decir y por qué.

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